Ya me he cansado de que te vayas y vuelvas

Cuando era más joven, creía que la prueba del amor verdadero era cuando volvías constantemente a esa persona sin la que obviamente no puedes imaginar vivir tu vida.

Por mucho que intentes luchar contra tus sentimientos y por mucho que intentes huir de esa persona porque sabes que no es buena para ti, todo es inútil.

Porque el amor y la pasión que sientes por esa persona especial son más fuertes que nada.

Cuando miras las cosas desde este punto de vista o cuando ves estas historias románticas en las películas o lees sobre ellas, todo esto suena muy romántico.

Pero cuando experimentas este tipo de romance, es todo menos romántico o maravilloso.

En cambio, es agotador, cansado y doloroso.

Convierte tu vida en un infierno y te cambia.

Lo sé porque esto es exactamente lo que tú y yo pasamos. En realidad, esto es exactamente lo que tú me hiciste pasar.

Cuando esto ocurrió, tú y yo no estuvimos juntos mucho tiempo. Pero eso no me impidió sentir lo que sentía.

Eso no impidió que me sintiera desolada y que sintiera que mi vida se había destrozado.

Y entonces, de repente, me sacaste de mi miseria, cuando volviste como si nada hubiera pasado.

Me dejaste sin ninguna explicación detallada y volviste de la misma manera.

Y aunque quería hacerte un millón de preguntas, simplemente no pude.

Quería saber por qué me habías dejado y por qué habías vuelto. ¿Qué hacías todo el tiempo que te habías ido? ¿Me echaste de menos? ¿Te diste cuenta de que me querías?

Pero permanecí en silencio.

Tenía miedo de abordar esas cuestiones porque pensaba que eso te alejaría de mí una vez más.

En cambio, disfruté de la dicha de tenerte de vuelta y viví el momento, sin pensar en todo lo que había pasado y en todo lo que podría pasar.

Al mismo tiempo, esperaba que ésta fuera la primera y última vez que te alejaras de mí. Esperaba que ahora pudiéramos vivir por fin una vida tranquila y feliz.

Pero mi intuición me decía lo contrario. Me decía que esto sólo era el principio de nuestra saga.

Y tenía razón.

Seguías haciéndolo de nuevo. Seguías dejándome y volvías a mí.

Y cada vez que me dejabas, mi vida se detenía. Esperaba pacientemente a que volvieras y pulsaba el botón de pausa de mi existencia, que no tenía sentido sin ti a mi lado.

Y cada vez que volvías, te aceptaba con las manos abiertas, como si no pasara nada.

No te preguntaba nada porque sabía que tenía poco tiempo para disfrutar de tu compañía y lo último que quería hacer era estropear esos preciosos momentos con discusiones.

Y cada vez, esperaba que eso fuera todo.

Que se acabara lo de dejarme y volver a mí como querías y que por fin fuera el momento en que te dieras cuenta de lo que me estabas haciendo.

Que por fin te ibas a quedar y que nunca más te irías de mi lado.

Pero en el fondo, sabía que no era así. Sabía que estas cosas seguirían ocurriendo hasta que yo pusiera fin a ello.

Era consciente de que eras uno de esos hombres que no sabían quedarse.

Seguía mintiéndome a mí misma, diciendo que yo era especial para ti. Si no, no encontrarías siempre el camino de vuelta a mí.

Seguía diciéndome que eras un vagabundo y que yo era tu puerto de paz. Que yo era la única chica a la que volvías y que no podías encontrarme en ninguna otra mujer.

Y antes de darme cuenta, habían pasado años. Años en los que viviste tu vida y años en los que esperé que volvieras a mí.

Pero esto ha llegado a su fin.

Supongo que no me crees y que esto es lo último que esperas oír de mí, pero por favor, no vuelvas esta vez.

Porque ya he tenido suficiente.

Ya me he cansado de dejar mi vida en suspenso, mientras tú nunca has hecho lo mismo.

Ya me he cansado de esperarte.

Me he hartado de que me dejes.

Y estoy harta de que vuelvas a mí.