No dejes que el TEPT te defina – ¡Lucha!

Realmente has pasado por el aro. Es decir, de verdad. Has vivido una situación especialmente traumática y has demostrado que puedes resurgir de las cenizas. Al menos, eso creías. Ahora las aguas están más calmadas, pero te sientes más agotado que nunca. ¿A qué se debe esto? ¿Podrías estar experimentando los efectos del Trastorno de Estrés Postraumático, comúnmente conocido como TEPT?

Hay algunos signos fáciles de detectar del TEPT. Identificar los síntomas es el primer paso para buscar la ayuda necesaria para transformar tu vida y liberar las cadenas del trauma de una vez por todas.

Aumento de la ansiedad o la paranoia. A menudo, cuando nos enfrentamos a circunstancias especialmente trágicas, nos sentimos abrumados por la ansiedad. Entramos en «modo pánico». Se trata de un mecanismo de defensa natural del que todos estamos dotados. Nuestra mente y nuestro cuerpo se ponen en alerta máxima, proporcionándonos recursos temporales para superar la situación y salir airosos.Sin embargo, por desgracia, si experimentamos circunstancias especialmente gravosas, es demasiado frecuente que nos queden estos efectos persistentes en las secuelas. Como nos hemos acostumbrado a funcionar a toda máquina, nos resulta difícil relajarnos. Aunque intentemos recordarnos a nosotros mismos que lo peor ya ha pasado, esta reacción física es difícil de eliminar.

Depresión o falta de interés. Como hemos estado en modo pánico durante tanto tiempo, lo más probable es que no hayamos tenido tiempo para perseguir nuestros intereses o prestar atención a las cosas de nuestra vida que antes nos definían. Cuando el polvo se asienta, es habitual volver a un estado de desinterés total por las actividades o los pasatiempos que antes disfrutábamos. A veces, en lugar de experimentar una ansiedad persistente, nuestra mente y nuestro cuerpo están tan agotados que empezamos a sentirnos excesivamente aletargados. Al relajar nuestros músculos, podemos experimentar dolores y molestias, y ya no es tan fácil como antes disfrutar de los regalos de la vida.

Un fuerte deseo de escapar. Un mecanismo de defensa natural con el que también estamos equipados y que se pone en marcha en medio de un trauma es la capacidad de escapar mentalmente de nuestras circunstancias, incluso cuando no podemos hacerlo físicamente. La capacidad de escapar mentalmente ayuda a que la parte física sea más soportable. Si podemos convencernos de que las cosas no son realmente tan malas, podemos continuar con la fuerza. Este tampoco es un mecanismo de afrontamiento fácil de abandonar cuando finalmente hemos superado el trauma. A menudo, nos queda el deseo de escapar, aunque a nivel consciente sepamos y comprendamos que la vida ha cambiado a mejor. Así que seguimos intentando escapar de la vida adormeciéndonos con sustancias o entregándonos a otras adicciones, como las compras compulsivas o los atracones. Hacemos estas cosas a pesar de saberlo mejor y de darnos cuenta de que sólo aliviarán temporalmente el dolor. Estamos acostumbrados a permitir este alivio temporal en nuestra vida para seguir desafiando la tormenta.

¿Has oído alguna vez el dicho «los viejos hábitos son difíciles de erradicar»? Esto es lo que suele ocurrir con quienes experimentan síntomas de TEPT. Es difícil «salir de ello» y seguir adelante, y a veces es imposible hacerlo por uno mismo. Sólo porque los papeles hayan cambiado y nos hayamos liberado físicamente, podemos seguir atados a la situación mentalmente, sin poder liberarnos.

Es habitual volverse adicto a las sustancias y a la toxicidad si aguantamos el trauma el tiempo suficiente y la lucha contra el estrés postraumático puede ser de por vida. Sin embargo, hay cosas que podemos hacer para mantenernos activos en nuestra recuperación y vivir nuestra vida al máximo. Hay esperanza.

Lo más importante es recordar que el trauma ha remitido. El alcance de nuestra recuperación tiene que ver con nuestra fuerza de voluntad para extinguir por completo el dolor de este trauma y seguir adelante, completamente liberados de sus cadenas. Llevar un diario sobre los casos en los que nos sentimos especialmente atrapados por nuestros síntomas, incluyendo nuestros pensamientos y sentimientos en esos momentos y lo que hicimos para sobrellevarlos, y presentar nuestras notas a un consejero o terapeuta capacitado para ayudar a la recuperación del trauma puede resultar muy útil. También hay grupos de apoyo y encuentros dedicados específicamente a la recuperación y al manejo del TEPT.

La meditación y los ejercicios de relajación, como el yoga, también pueden ayudar. Es importante intentar relajarse lo máximo posible, y la relajación empieza en la mente. Dar un largo paseo para despejar la cabeza o coger un libro en lugar de una sustancia la próxima vez que nos asalte un antojo puede transformar nuestros hábitos y ayudar a crear un estado más saludable. Mantenernos activos y relacionarnos con otras personas incluso cuando preferiríamos quedarnos en la cama también ha demostrado ser útil. Pero no te pases de la raya: añade la socialización poco a poco.

Tu recuperación sólo está limitada por tu voluntad de aceptar las cartas que la vida ha repartido y seguir adelante. No dejes que el trauma y el TEPT definan quién eres. Debes comprender que eres mucho más que esto. Eres fuerte, única, hermosa y capaz. Lucha. ¡Tú lo vales!