La forma en que empleamos nuestro tiempo dice mucho de lo que somos… o, al menos, eso se dice. Por tanto, debemos elegir gastarlo sabiamente. Sólo tenemos un tiempo determinado para hacer todo lo que queremos.
A menudo, nos tambaleamos entre tener demasiado en nuestros platos y no tener nada que hacer. En los momentos en que estamos locamente ocupados, parece que no hay fin a la vista. Nuestra lista de tareas parece ser imposiblemente larga. Estamos seguros de que nunca seremos capaces de lograrlo todo. Nos apresuramos a abrirnos camino sólo para descubrir que esto hace que nos estrellemos y nos quememos.
Cuando por fin tachamos ese último deber, estamos agotados y no tenemos ganas de hacer casi nada. Lo único que queremos hacer es descansar y nos sentamos temiendo la siguiente ronda de caos. O, tal vez, hemos olvidado por completo cómo relajarnos, así que estamos atrapados en un estado de alerta máxima, esperando ansiosamente la próxima vez que caiga la bola.
Con demasiada frecuencia, la vida nos enseña a apresurarnos. Y, nos atenemos durante tanto tiempo que olvidamos cómo tomarnos nuestro tiempo. Olvidamos que si nos tomamos nuestro tiempo para completar los proyectos, dándonos unas expectativas razonables con las que trabajar, podemos abrirnos camino a través de lo que hay que hacer sin evocar un desequilibrio físico, mental y emocional poco saludable que persiste mucho tiempo después de que la tarea en cuestión se haya completado.
Así que, sí, cómo pasamos nuestro tiempo es un buen indicio de quiénes somos. Nos permite anunciar en qué punto nos encontramos en nuestro viaje de autodescubrimiento. ¿Nos hemos tomado el tiempo necesario para comprender que debemos anteponer nuestra salud y bienestar? Debemos establecer límites cuando nos inundan las peticiones de los demás.
Por difícil que parezca, debemos aprender a decir que no.
Esto es mucho más difícil de hacer de lo que parece. Es una palabra sencilla, pero en la práctica, tendemos a intentar eliminarla por completo de nuestro vocabulario. Esto se debe a que hemos crecido esperando una gratificación instantánea. Queremos unidad, no aislamiento. Queremos sentirnos aceptados y nos han dicho que el «no» nunca hace amigos.
Decir que no a los demás puede significar que recibamos alguna reacción, así que al principio no nos sentimos bien. Sólo cuando hemos tenido algo de tiempo a solas para reconectar con nosotros mismos y comprender realmente nuestras limitaciones, la elección parece razonable.
Puede que seamos criaturas sociales por naturaleza y que queramos agradar constantemente a la gente y a los demás. Sin embargo, la realidad es que todos tenemos un punto de ruptura. Si decidimos no escuchar y superar este punto, nos desgastaremos hasta la nada y no será divertido estar cerca de nosotros.
Si decimos que sí aunque nuestro cuerpo nos grite que no, a la larga alejaremos a los demás. Los demás tienen más perspectiva de lo que solemos pensar. No podemos ocultar el desequilibrio para siempre. Cuando nos agotamos, todo empieza a desmoronarse.
Entonces, ¿cómo debemos emplear nuestro tiempo?
Intenta, en primer lugar, sacar tiempo de tu apretada agenda para conectar con tus propios pensamientos y comprender cómo te sientes. Deja que tu mente y tu cuerpo te digan en qué punto te encuentras con sinceridad y sin juzgarte. Escucha cuando te hable.
Si te sientes con energía y preparado para asumir un nuevo reto, estupendo. Pero si no puedes soportar la idea de estirarte más, deja de hacerlo.
Escucha esto claramente. Escúchalo de verdad y escucha lo que te dicen tus pensamientos internos. No debería importar lo que te pidan los demás, esta voz debería ser siempre lo primero. Es la que mejor sabe, porque es la que mejor te conoce a ti. Tu intuición y tu voz interior son una parte muy real de ti que nunca debes ignorar.
Además, vale la pena pensar en el tiempo que nos lleva cultivar nuestra vida, en lo esencial que es para nosotros conseguir nuevas habilidades, por ejemplo para escribir libros o un blog. Al principio del desarrollo, es posible que necesites ayuda para escribir, en estas reparaciones puedes hacer nuevos conocidos, que es una parte vital de cada persona.
Esta voz te dirá cómo gastar tu tiempo. Eso es lo esencial. Otros pueden seguir empujándote o intentar dirigirte en otra dirección, pero no son tú.
Volver a entrenarnos para liberar el caos constante no es fácil. El mundo no lo promueve. Es contrario a la forma de pensar de la mayoría y al funcionamiento de la sociedad. Y, precisamente por eso, hay muy pocas personas que parecen estar curadas de las limitaciones y exigencias de la sociedad. Son pocos los que parecen estar en paz. ¿Lo estás tú?
María Eugenia, nuestra blogera experta en relaciones. Basándose en experiencias reales y comportamientos estudiados, aporta consejos para ayudar a los demás a aumentar el deseo en la pareja.