Cada desamor, cada amistad fracasada y todas tus desgracias en la vida te han moldeado de alguna manera para convertirte en la mujer que eres hoy.
Cada cicatriz que te has ganado te ha hecho un poco más dura. Cada dolorosa lección de amor te ha hecho un poco más precavida y cada decepción te ha hecho un poco más cerrada.
No lo querías. No lo esperabas. Pero una cosa tras otra te ha llevado a convertirte en una persona diferente a la que solías ser.
El tipo de persona que ha perdido la chispa que una vez tuvo y cuyo entusiasmo por la vida se está desvaneciendo lentamente.
Algunas heridas se curan y se quedan en el pasado, pero hay algunas que, de alguna manera, siempre permanecen en el fondo y te impiden avanzar.
Esas heridas emocionales son demasiado cicatrizantes como para no dejar una marca duradera en ti. Y por mucho que intentes fingir que no están ahí y que estás bien, siguen recordándote lo contrario.
Algunas experiencias vitales son demasiado dañinas como para engañarte pensando que no seguirán teniendo un efecto en tu vida.
Puedes intentar huir y puedes intentar negarlo, pero algunas cosas siempre te van a alcanzar.
Aquí tienes 5 heridas emocionales de tu pasado que te dificultan ver la luz al final del túnel.
Por mucho que desees que no estén ahí, sabes que son la razón por la que parece que no puedes seguir adelante con esa sonrisa radiante que una vez tuviste.
1. Ser humillado por alguien a quien querías
Ser humillado, en privado o en público, por una persona que tienes tan cerca de tu corazón es una de las píldoras más difíciles de tragar.
Que te quiten la dignidad y te conviertan en un objeto de degradación es extremadamente difícil de procesar y superar.
Cuando una persona a la que amabas profundamente te arrebató eso, te hizo difícil confiar en alguien después de ella.
Te hicieron sentir bajo, sin valor e irrelevante. Recuperarse de eso va a ser un trabajo duro.
Esta herida emocional está grabada para siempre en ti y siempre hará que tus ojos lloren cuando te lo recuerden al azar.
2. Sentirse decepcionado por la persona que tenías en un pedestal
Hoy en día, es difícil dejar entrar a la gente. Es difícil dejar que alguien ocupe una gran parte de tu corazón, dejar que se instale cómodamente en tu mente y en tu alma, con la esperanza de que nunca quiera abandonar ese lugar.
Hasta que lo hacen. Hasta que decidan que tu corazón ya no es lo suficientemente bueno. Hasta que decidan que ya no eres lo que quieren.
Simplemente se van y a ti no te queda más que una mente decepcionada que se pregunta por qué tuvo que ocurrir.
¿Por qué no fuiste suficiente? ¿Por qué la persona que dejaste tan cerca de ti acabó siendo lo peor para ti?
¿Cómo es que siempre te pasa lo mismo y cómo se supone que vas a seguir confiando en alguien?
3. Ser engañada
Le dejaste entrar en tu vida y sólo le pediste una cosa. Fidelidad.
Lo único que esperabas era que te respetara y que no te dejara en ridículo. Y sin embargo, de alguna manera, eso acabó ocurriendo.
Buscó la compañía de otra mujer y nunca entenderás por qué. Nunca sabrás qué le hizo acostarse con una chica cualquiera cuando tú estabas allí, dispuesta a darle todo lo que quisiera de ti.
Y ahora, esperas lo mismo de cualquiera que entre en tu vida. No quieres ser una escéptica, pero en eso te ha convertido.
No quieres esperar que el siguiente tipo haga lo peor, pero lo haces. Esa cicatriz siempre estará ahí y te cuesta quitártela de encima.
4. Que alguien a quien querías te sea indiferente
La indiferencia es el peor sentimiento que existe. No te aceptan ni te ignoran.
Simplemente no se te tiene en cuenta. Es como si fueras una pérdida de tiempo tan grande que no merece la pena que se fijen en ti.
Y eso duele más que ser ignorado. Porque cuando te ignoran, al menos se nota tu presencia.
Eres una opción y estás en la mezcla. Pero cuando alguien que te importa es indiferente a ti, se siente como si sólo fueras una sombra de persona.
Una mosca en la pared que está claramente ahí pero que nadie puede ver. O peor aún… nadie quiere verla.
Duele y prefieres estar solo antes de arriesgarte a sentir ese vacío nunca más. Estar herido al menos te hace sentir algo. Esto sólo te hace sentir invisible.
5. Perder a un ser querido
No hace falta decir que perder a un ser querido es lo más difícil de afrontar. No fue algo que tuviera que hacerte daño. No estaba planeado.
Y no fue por ti. Fue lo peor que experimentaste y te golpeó como mil golpes en el pecho.
Simplemente sucedió, dejaron esta tierra y tu vida se volvió gris de repente y tu alma se entumeció. No sabías cómo afrontarlo. No podías comprender el dolor que superaba cada fibra de tu ser.
Te quedaste allí inconsolable, desolado e incapaz de entender el porqué.
Incapaz de aceptar que se habían ido. Incapaz de aceptar que ya no podías sentir su presencia física en tu vida.
Aquel por el que habrías dado tu vida… perdió la suya. Y ahora… nada es igual y nada volverá a ser igual.
Lucía, nuestra redactora eventual apasionada por la auto expresión. Le gusta escribir sobre todo sobre el amor, la vida y las relaciones en general.