Te quería por lo que eres, no por lo que esperaba que fueras.
Nunca quiso cambiarte. Aunque estabas lejos de ser perfecta, eras la perfección a sus ojos.
Le gustaba tu forma de comportarte, de moverte, de mirar, de sonreír, de preocuparte; tu forma de ser por dentro y por fuera. Apreció que fueras trabajador y dedicado. Aceptó todo lo bueno y todo lo malo que había en ti.
Te aceptó y te admiró. Aunque sus gafas de color de rosa se cayeron hace mucho tiempo. Vio tus defectos y también los amó. Te amaba incondicionalmente.
Estaba ahí para ti cuando nadie más lo estaba. Fue tu mayor apoyo. Cuando no creías en ti misma, ella lo hacía. Cuando estabas deprimida, ella era tu fiel animadora.
Cuando la entristecías, te perdonaba a la primera señal de que lo sentías. Aunque nunca oyera las verdaderas palabras.
Ella lo entendía. Te encantaba el hecho de que pudiera entenderte sin demasiadas palabras.
Sabías que podías contar con ella, pasara lo que pasara. No importaba lo que estuviera haciendo con su vida, tú eras lo primero. Lo dejaba todo y venía corriendo hacia ti.
Ella trazó la línea cuando vio que no eras capaz de hacer lo mismo por ella.
Se sentía infravalorada. Echaba de menos todo el amor y el apoyo que te daba. Ahora necesitaba que se los devolvieras.
Ya no podía ser ella la que comprendiera. No podía ser fuerte por los dos. No podía amar por los dos. No digo que no la quisieras. Sólo digo que no era suficiente.
Te olvidaste de cómo hablar con ella. Te olvidaste de cómo escuchar. Ella estaba allí dispuesta a escucharte y consolarte. Cuando ella necesitó lo mismo de ti, la cerraste. Ni siquiera estuviste cerca cuando necesitó que la ayudaras a llevar su carga. Olvidaste que ella había hecho lo mismo por ti en innumerables ocasiones.
Era fácil tomar, tomar, tomar y no dar nada a cambio
Te diste cuenta de todo cuando ya era demasiado tarde. Los tipos como tú suelen hacerlo. No la apreciaste cuando la tenías; sólo aprendiste esa lección cuando la perdiste.
Lo siento por ti porque nunca la vas a recuperar. Ella se cansó de esperar a que entraras en razón, a que vieras su valor.
La hiciste sentir poco importante. Se dio cuenta de que podría serlo, al menos para ti. Se dio cuenta de que ella es la persona más importante para sí misma. Hiciste que se diera cuenta de que la única persona en la que se puede confiar esencialmente es ella misma.
Tú fuiste el afortunado: tú también podías confiar en ella. Era alguien con quien te cruzas sólo una vez en la vida. Podrías haber sido muy feliz. Sólo si te hubieras dado cuenta a tiempo.
Tenías algo grande con ella y lo dejaste escapar entre tus dedos.
Eres un tonto por eso.
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Lo que ocurre en la cama es el fiel reflejo de nuestra vida externa a ella. La especialista Erica nos cuenta algunos trucos y consejos.