No podía fingir que todo estaba bien. No podía seguir contando contigo cuando ya no estabas. No podía estar en una relación con alguien que ya no la siente. No podía sentarse a tu lado y sentir que no te tiene.
No sabías cuándo necesitaba un abrazo, cuándo necesitaba que le dijeras que tenía pánico sin motivo y que todo iría bien, o cuándo necesitaba que la dejaras sola. Al principio de la relación, había momentos en los que ni siquiera necesitaba decir qué le pasaba y tú lo sabías. Con el tiempo, te volviste inconsciente y dejaste escapar ese instinto tuyo. No deberías haberla acostumbrado si pensabas negárselo después de algún tiempo.
Con el tiempo, te volviste inconsciente y dejaste escapar ese instinto tuyo. No deberías haberla acostumbrado si pensabas negárselo después de algún tiempo.
Simplemente olvidaste que ella necesitaba tu amor y olvidaste que el amor se construye lentamente con el tiempo, pero también se desvanece con el tiempo. Creíste que todo estaría bien y ni siquiera te molestaste en ver en qué punto estabas. Esperabas que porque te amó una vez, te amaría para siempre. ¿Cómo podías esperar que te amara para siempre cuando no le diste nada que amar?
Esperabas que porque te amó una vez, te amara para siempre. ¿Cómo podías esperar que te amara para siempre cuando no le diste nada que amar?
Le hiciste olvidar cómo es la felicidad y ella te dejó hacerlo. Perdió su sonrisa y fue sustituida por la tristeza en sus ojos. Ya no era la misma persona porque estaba muy preocupada por vosotros dos. No es un trabajo de un solo hombre cuidar la relación. Se necesitan dos para bailar el tango.
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La hiciste sentir que no era lo suficientemente buena. La hiciste sentir que podías irte en cualquier momento y no mirar atrás. A veces, te comportabas como si ella no significara nada para ti y que, si pudieras dedicarle tiempo, la harías desaparecer de tu memoria.
La arrastraste a tu huracán y luego la dejaste para que lo afrontara sola. La elegiste sólo para que ella te eligiera a ti y ahí acaba la historia. Y no debería haber sido así. Debería haber sido diferente.
Deberías haberla elegido a ella y a su amor y a todo lo que te ofrece cada día y, a cambio, haberle dado al menos tanto amor como ella te ha dado a ti. Pero no lo hiciste.
Ella te amaba desde el fondo de su corazón. Quería tenerlo todo contigo, pero se sentía insegura de que tú quisieras lo mismo. No quería encadenarte.
No quería hacerte sentir miserable. Se fue porque pensó que eso era lo que querías y que te haría feliz. Y lo único que quería era hacerte feliz.
Esa chispa que teníais los dos ya no existía. Ya no había conversaciones de almohada, ni risas, ni coqueteos, ni confianzas. Todo desapareció con el tiempo.
Ella no quería recordarte como el hombre que la hirió. Quería recordarte como el hombre que la hizo sentirse amada y al que amó con todo su corazón, hace tiempo.
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Ella no necesitaba a alguien nuevo, necesitaba algo nuevo, necesitaba un cambio. La atrapaste y la hiciste envejecer aunque estaba muy lejos de ser vieja.
Nunca aportaste emoción a la relación: todo giraba en torno a dónde y qué comeríais o si ella quería salir, pero no había nada de emoción ni de ilusión, la insinuación de que podría ocurrir algo divertido en el futuro. No estabas dispuesto a probar cosas nuevas. Hiciste que tu amor fuera aburrido.
Cada día ella recibía menos de ti. Recibió menos de tu atención, menos de tu tiempo y menos de tu amor. Y ella nunca se apuntó a eso. Se merecía más.
Ella se cansó de intentarlo y tú te volviste obsesivo. Te aferraste demasiado pensando que así se quedaría contigo. Esa no era la manera. Ella no hizo nada malo, no te odiaba, y tú le gritabas en vano.
Nunca hubo otra persona. Desde el principio sólo eras tú, pero ella se cansó de tener que demostrártelo todo el tiempo.
Intentó distanciarse, intentó quererte más de lo que tú la quieres a ella, intentó hablar contigo, lloró, suplicó, explicó, intentó hacerte recordar, y luego se rindió.
No intentaste detenerla. Nunca te preocupaste de decirle lo mucho que significa para ti o que querías que se quedara. Nunca le diste las razones para quedarse. Sólo le mostraste por qué debía irse y eso es lo que hizo. Por eso se fue.
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Mi nombre es Romina y llegué a la conclusión de que escribiendo puedo ayudar a muchas más personas. Así que aquí estoy, en onlyligue