Vivir una relación emocional y físicamente abusiva fue la experiencia más dura de mi joven vida. Nunca piensas que una relación así vaya a ocurrir, y mucho menos que te defina. Siempre solía juzgar las historias que había oído de mujeres que se quedaban en esas relaciones venenosas. Me preguntaba: «¿Por qué no se van?». No fue hasta que me encontré atrapada en una que descubrí lo difícil que es eso en realidad.
El abuso comienza lentamente. Es lo justo para convencerte de que has hecho algunas cosas mal: regañar en el momento equivocado, decir algo incorrecto, utilizar el tono de voz equivocado.Empiezas a creer que tus palabras están paralizando tu relación. Con el tiempo, empiezas a hablar más bajo. Empiezas a salir de la habitación cuando hablas por teléfono con tu madre, con la precaución de no divulgar ciertos aspectos de vuestra relación que te da paranoia callar. Empiezas a cargar con responsabilidades y cambios de estilo de vida que no esperabas. Cocinas. Limpias. Haces los sacrificios. Vives según el horario de otra persona, con cuidado de no meter la pata, obsesionada por actuar correctamente para evitar otra explosión argumentativa. Vas de puntillas en lo que antes era la seguridad de tu propia casa. Te enfrentas a las batallas solo porque no tienes a alguien que escuche con gracia tus preocupaciones. En su lugar, tienes un monstruo que te dice que no vales nada, y que eres estúpida, y te destroza hasta el punto de que empiezas a creerle tristemente.
El maltrato empieza a definirte de repente porque quien eres no es quien querías ser. Tu vida se ha diluido con la necesidad de seguir una vida que no pediste. Lo haces tranquilamente y la vida, al menos durante un tiempo, te parece normal. Tus pensamientos se expresan únicamente a través del pensamiento que haces por la noche mientras te duermes solo. De vez en cuando te dirá que eres guapa. Hará algún gran gesto. Puede que incluso derrame una lágrima. Sin duda, te pedirá disculpas. Y tú lo aceptarás, porque es lo que te han lavado el cerebro para que creas, para que aceptes, para que pienses que es lo que mereces.
Mi abuso aún vive dentro de mí, y probablemente siempre lo hará. Pero el abuso que sufrí ya no me define. Ya no soy un producto de él. Ya no soy víctima de él porque me niego a permitir que mi vida siga siendo drogada. Mi vida vale más que permitir lo que un perdedor pensó de mí. No soy una mala persona. No soy merecedora de pensar ni por un nanosegundo que mi vida, mis sueños, mis pensamientos o mis sentimientos merecen el más mínimo agravio. No pienso pasar ni un minuto más de mi vida creyendo que las cualidades que tengo no valen nada, que no valgo nada.
Entiendo más que nunca lo fácil que es convertirse en víctima en una relación hostil, abusiva y controladora. El problema no eres tú, porque el problema está en ellos. Está en sus inseguridades y te prometo esto: no hay nada que puedas hacer para arreglarlas. No es tu trabajo recoger sus pedazos destrozados que utilizan como excusa para menospreciarte, pegarte, escupirte o hablarte con desprecio. Tardará tiempo en salir de tus hombros la culpa que ellos amontonaron sobre ti, pero acabará alejándose. Tardarás en querer volver a amar, en confiar incluso en que hay hombres buenos ahí fuera, pero créeme, los hay. Hay almas ahí fuera que te querrán, que te mirarán con toda su fuerza, sabiendo que eres el individuo más impresionante de este planeta, tanto por dentro como por fuera. Encontrarás fuerza y coraje y los tiempos oscuros se disiparán. Sanar tu corazón después de haber sido destrozado por la boca de alguna escoria lleva tiempo y te permite esa oportunidad, a veces oscura, pero curativa.
Nunca pensé que pasaría ningún año de mi vida en una relación abusiva. No me avergüenzo de mi pasado. No me avergüenzo de lo que pasé. No estoy agobiada por la mentalidad retorcida que me costó años superar. Soy más fuerte por ello. Amo con más fuerza por ello. Me doy una palmada en la espalda por ser una ruda, que sabe que puede superar literalmente cualquier cosa que la vida decida arrojarle.
El maltrato ya no me define como antes. Estoy agradecida por ese largo y oscuro camino hacia la recuperación, porque merecía vivir una vida floreciente de felicidad, igual que tú.
byCourtney Dercqu
Lo que ocurre en la cama es el fiel reflejo de nuestra vida externa a ella. La especialista Erica nos cuenta algunos trucos y consejos.