Nunca te envié un mensaje de texto (pero eso no significa que haya dejado de pensar en ti)

Nunca te envío mensajes de texto. Hace tiempo que dejé de llamarte. He borrado tu número de mi teléfono. Te he bloqueado de mis cuentas de redes sociales. Evito todos los lugares en los que sé que apuestas. No hay rastro físico de que hayas existido en mi vida, pero eso no significa que haya dejado de pensar en ti.

Haga lo que haga sigues siendo mi pensamiento más frecuente.

Tengo nostalgia de los tiempos que compartimos. Echo de menos lo nuestro. Echo de menos la forma en que nos reíamos. Echo de menos tu tacto. Echo de menos tus besos y tu cálido abrazo. Echo de menos los buenos momentos y sigo olvidando los malos.

Me sorprendo a mí mismo queriendo enviarte un mensaje de texto y contarte dónde estoy en la vida, contarte mis pensamientos, ver qué tienes que decir sobre ciertas cosas. Es difícil no hacerlo porque estaba acostumbrada a compartir cosas contigo y a escuchar que me contaras todo sobre ti y tu vida.

A veces empiezo a escribir un texto pero lo borro rápidamente. Me recuerdo a mí misma que por algo formas parte de mi pasado y no de mi presente.

En este momento, recuerdo los días malos. Mantengo conversaciones contigo en mi mente en las que te pregunto todo lo que quiero saber.

¿Adónde se fue todo tu amor? ¿Cómo pudiste hacerme tanto daño si alguna vez significé algo para ti? ¿Era algo real? ¿Fue verdad alguna de tus palabras?

Y, como en la vida real, te callas y me quedo sin respuesta.

Pero tal vez sea mejor así. Quizá si supiera todas las respuestas me sentiría aún más decepcionada. Quizá algunas cosas es mejor no decirlas. Tal vez el cierre esté en no saber y dejar que las cosas pasen.

Pero aún no te he dejado ir, aunque nunca te mande un mensaje, aunque viva cada día como si no formaras parte de mi vida.

No enviarte mensajes de texto y no permitir que te acerques de nuevo es el único mecanismo de defensa que tengo para evitar que vuelvas a entrar en mi vida.

Sé que si te dejara entrar de nuevo tratarías mi corazón como una estación de tren. Irías y vendrías a tu antojo y yo no puedo ni quiero pasar por eso.

Resistiré todos los impulsos de acercarme a ti. Seré más fuerte que nunca porque no tengo otra opción no puedo seguir levantándome una y otra vez.

No tengo más oportunidades para darte usé hasta la última y darte una más sería demasiado. Todavía me duele pero tengo que hacer las paces con el hecho de que nunca estuvimos destinados a ser.

Tengo que hacer que mi corazón se dé cuenta de lo que mi mente ya sabe: no eres mi persona para siempre.

Sólo fuiste un hombre que tuvo un papel importante en mi vida. Alguien que significó el mundo para mí. Alguien que me trajo un dolor increíble. Alguien a quien amé a pesar de todo lo que pasamos. Alguien que nunca supo corresponderme.

Eres alguien a quien superaré porque no habrá contacto. Eres alguien que se convertirá en un recuerdo lejano. Sigues siendo alguien para mí, pero tengo que seguir recordándome que no eres «el elegido» para mí.

¿Ves ahora por qué nunca te envío mensajes de texto?