Se merecía mucho más que un amor de vainilla

Todos hemos pasado por la etapa de luna de miel y sabemos lo que es ese tipo de amor. Pero, por desgracia, se acaba porque hay otras cosas en las que tenemos que pensar en lugar de eso. ¿Y sabes qué? ¡Eso es una mierda!

Si amas a alguien, debes cuidar y alimentar ese amor para que crezca aún más de lo que es ahora. No puedes casarte y pensar que el juego ha terminado. Nada se acaba si no lo dices tú. Esto lo aprendí del ejemplo de mi amiga y creo que lo que me enseñó fue la lección más importante que aprenderé en mi vida.

Era una chica totalmente independiente, fuerte, impulsiva pero al mismo tiempo sensible y emocional. Y ella, al igual que otros, quería experimentar ese amor apasionado que va más allá del sentido común.

Y lo hizo. Pero el problema fue que su pareja la abandonó en poco tiempo.

Quería que ella creyera que el amor de vainilla está presente en todos los matrimonios y que ellos no eran una excepción. Todavía la recuerdo luchando con sus emociones porque tenía mucho amor que dar pero no había ninguna respuesta del otro lado.

Así que se dio por vencida. El amor de vainilla no era algo que ella mereciera. Merecía mucho más.

Se merecía despertarse por la mañana con las manos de él enroscadas en su cuerpo mientras le decía que no cambiaría ese sentimiento por nada del mundo.

Quería sentir escalofríos cuando él la tocara como si lo hiciera por primera vez.

Quería permanecer despierta más tiempo por la noche y bailar bajo la lluvia con él mientras el resto del mundo dormía.

Ella ansiaba un amor apasionado, lleno de lujuria y deseo.

Quería un hombre que la mirara sólo a ella aunque estuvieran entre una multitud de personas.

Quería a alguien que la amara hasta la luna y que reconociera que sólo es un alma emocional que moriría si no fuera por el amor real y puro.

Quería un hombre que estuviera perdidamente enamorado de ella incluso cuando envejeciera y tuviera arrugas en la cara.

Necesitaba un amor maduro, que la empujara hacia adelante cuando la vida se pusiera difícil.

Quería sentir cada tacto y cada sensación como nunca antes había sentido.

Ansiaba un sexo salvaje que la hiciera gritar mientras le decía lo mucho que lo amaba.

Quería una mano de salvación en sus momentos de dolor.

Quería un hombre que tuviera miedo de perderla y que hiciera hasta lo imposible para evitarlo.

Quería un hombre por el que se quedara sin aliento cada vez que la viera.

Quería a alguien para quien ella fuera la persona más importante de su vida, sin importar lo que ocurriera en ella.

Quería un hombre que pensara en ella con cada aliento que tomara.

Quería a alguien que la hiciera sentir como nunca antes se había sentido.

Pero, por desgracia, nunca tuvo lo que se merecía. Tal vez fue un mal momento o ese destino de zorra que nos hace llorar. Pero el hecho es que no tuvo lo que se merecía y eso dejó profundas cicatrices en su vida.

Cuando lo pienso, ella no pedía demasiado. Sólo alguien que le mostrara su amor durante toda su vida y no alguien que le prometiera todo pero que no le diera nada.

Y ahora, después de todos estos años, vuelve a ser fuerte. No ha dejado que ese trauma de su pasado afecte a su vida futura. Sigue siendo una mujer hermosa y fuerte que aprendió la lección de su vida de una manera más dura. Pero la aprendió.

Ahora, más que nunca, espera encontrar a alguien que la ame tan profundamente como ella le ama a él. Y no se conformará con nada menos de lo que se merece.