Aquí estoy. Sentada sola en una habitación oscura, enjugando mis lágrimas porque ya no he podido encontrar la forma de contenerlas. Ya no hay forma de ocultarlo. Estoy herida. Me ha herido la persona que más significa para mí. Me ha herido alguien que creía que estaría a mi lado el resto de mi vida.
Conoces la sensación cuando empiezas a notar que algo va mal. El momento en el que te das cuenta de que has sido la persona que ha mantenido los hilos unidos y la que se ha esforzado tanto por manteneros felices a los dos. Pero no ha funcionado.
Lo intenté todo y el momento en que empecé a darme cuenta de que no podía hacer otra cosa que arroparme en un rincón y llorar fue mi colapso final, en el que decidí que era suficiente. He terminado de esperar a que me llames o me envíes un mensaje y de saltar constantemente cada vez que suena mi teléfono, esperando que seas tú. Se acabó el esperarte en los cafés sin que aparecieras. Estoy harta de ser tu último recurso cuando nada más funciona.
Fui tu saco de boxeo desde el principio y no supiste decirme educadamente que estabas harto de mí, así que empezaste con tu comportamiento pasivo-agresivo, esperando que fuera yo quien acabara con nuestra miseria. Pero el único problema era que yo seguía aferrándome a todo lo que teníamos porque no estaba dispuesta a tirarlo todo por la borda tan fácilmente.
Si ya no eres capaz de amarme, entonces, ¿adivina qué? Soy capaz de amarme lo suficiente por los dos. No necesito que me digas que soy hermosa porque creo en mi propia belleza. He terminado de ser una opción para ti, cuando puedo ser mi propia prioridad.
Nunca fuiste capaz de dejar el trabajo para verme, cuando era yo la que se quedaba despierta hasta las 4 de la mañana sólo para poder terminar mi trabajo del día, porque no conseguía hacerlo en todo el día. Tenía tantas ganas de verte que cada vez que me llamabas corría hacia ti, para verte y abrazarte. Pero nunca mostrabas ningún tipo de emoción al ver que me acercaba a ti.
Ese es el problema entre nosotros. Crees que estaré a tu lado siempre, pase lo que pase. Siento decepcionarte, pero no voy a quedarme sentada esperando a que te des cuenta de lo que vas a perder por no haber empezado a tratarme como me merezco.
Sé que puedo parecer tímida y reservada, pero créeme, conozco demasiado bien mi propia valía y no hay nada que nada ni nadie que pueda decirme lo contrario, ni siquiera tú. Sé que me entregué a ti al cien por cien cuando tú no te molestaste en darme nada.
Por ahora, no puedo hacer otra cosa que marcharme. Si acabo encontrando a alguien digno de mi amor y mi afecto, alguien que esté a mi lado incluso cuando las cosas se pongan difíciles, puede que me plantee querer a otra persona tanto como me quiero a mí misma. Pero hasta entonces, no quiero oír ni una palabra de tu boca egoísta que sólo sabía tomar pero nunca dar.
Me quiero lo suficiente por los dos. Por eso ya no necesito que estés en mi vida. Ya no necesito que estés en mi vida. Porque me voy. Al menos creo que así te hago un favor. Adiós.
María Eugenia, nuestra blogera experta en relaciones. Basándose en experiencias reales y comportamientos estudiados, aporta consejos para ayudar a los demás a aumentar el deseo en la pareja.