Ojalá fueras tan fuerte como yo y tuvieras las agallas de luchar por mí. Ojalá no fuera yo la única que lo intentara y que hiciera todo lo posible por salvar lo que estuvimos construyendo durante tantos años. Creo que en el fondo sabía que todo esto se desmoronaría y simplemente cerré los ojos ante todas esas señales evidentes. Me negaba a creer que el amor que una vez tuvimos se estaba desvaneciendo poco a poco y que ya no me querías con locura y profundidad como antes. No quería aceptar el hecho de que yo no era tu persona para siempre.
Siempre pensé que eras el hombre de mis sueños. El que estaría ahí cuando la vida me abofeteara, cuando la gente me decepcionara, cuando ya no pudiera seguir sola. Pero estaba muy equivocada. Ni siquiera podías admitir que ya no me querías. Te limitabas a darme el tratamiento de silencio, diciéndome que no tenemos que hablar y que te sientes lo suficientemente bien si me siento a tu lado. Fui tan estúpida como para no ver todas esas señales a tiempo. Tal vez me estabas mostrando que pronto romperías conmigo o tal vez estabas pensando en otra mujer en tu vida.
Y por otro lado, intenté averiguar qué te pasaba, diciéndome que tú, al igual que yo, tienes problemas de equipaje del pasado que a veces te recuerdan que las cosas fueron malas una vez en tu vida. Pensé que necesitabas un tiempo a solas y que el hecho de que durmieras en el sofá y no me dieras un beso de buenas noches no significaba nada. Pensaba que yo era la única mujer en tu vida y que soy muy especial. Me negaba a creer que estás harto de todo y que ya no quieres que forme parte de tu vida.
Pero la cruda verdad era que todo ese tiempo sólo estabas pensando en cómo deshacerte de mí. Ya no querías estar conmigo y yo no podía hacerte cambiar de opinión. Sólo podía esperar que te dieras cuenta de lo mucho que hice por ti y que no dejaras a una mujer enamorada así como así. Quería que vieras que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para que lo nuestro funcionara porque te amaba hasta la luna y la espalda. Pero a pesar de que fui yo quien trató de salvarlo todo, tú simplemente me abandonaste.
Renunciaste a nuestra vida en común, a nuestro futuro, a nuestros planes y a nuestros sueños. Renunciaste a una vida feliz con una mujer que te daba prioridad, una mujer para la que tu felicidad era más importante que la suya propia. Y saber eso me rompía el corazón. En los momentos en los que me quedaba sola, pensaba en nosotros, intentando averiguar las razones por las que tenías que hacerme todo eso. Pero por mucho que lo intentara, no se me ocurrían razones válidas. Sólo estaba enfadada conmigo misma por haberte dado los mejores años de mi vida mientras tú me dabas cero amor.
Probablemente te quedaste conmigo porque te convenía en ese momento. Te sentiste mucho mejor sabiendo que hay una mujer que haría cualquier cosa por ti. Y no sentiste remordimientos por aprovecharte de mí. Seguiste haciendo lo que habías empezado, haciéndome creer que todo estaba bien.
Así que, ahora que ya no formas parte de mi vida, he decidido que es hora de seguir adelante. Me he dado cuenta de que no puedo seguir viviendo así. Me hubiera gustado que lucharas más por mí, pero como ni siquiera pudiste hacerlo, no pensaré más en ello. Simplemente dejaré el pasado donde debe estar y empezaré un nuevo capítulo de mi vida.
Seré mi propia razón de felicidad y nunca permitiré que ningún otro hombre me controle como tú lo hiciste. Por fin seré mi propio héroe y dejaré de esperar que tú lo seas.
Todos los días me enfrento a aquello que llaman «amor». Mi nombre es Vanesa y conectaré contigo a través de todos mis textos.